Sábado 8 de Febrero de 2025

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20 de enero de 2025

El diseñador que revolucionó la silueta femenina, estaba obsesionado con la numerología y cotejaba sus decisiones con su tarotista

Christian Dior nació el 21 de enero de 1905, hace 120 años, en Granville, Francia, en el seno de una familia acomodada. Su consagración en el mundo de la moda le llegó a los 47 años, cuando lanzó la primera colección de su marca personal. La vida del ícono de la alta costura, famoso por su fascinación por el tarot, las supersticiones y la influencia de Madame Delahaye, su tarotista de cabecera

>Christian Dior es uno de los diseñadores más influyentes del mundo de la moda. Lo fue en vida. Lo ratificó tras su muerte, hace poco menos de setenta años. Pasaron doce décadas de su nacimiento y su legado sigue vivo en cada pasarela, en cada colección que porta el inconfundible sello de elegancia y renovación. Detrás del genio de la alta costura, hay una historia menos conocida, una marcada por el misterio, la superstición y el destino. La relación del diseñador con el tarot y su confianza en las predicciones de Madame Delahaye, su tarotista personal, fue clave en su éxito profesional y en las decisiones que definieron su vida y su prematura muerte.

Christian Dior nació el 21 de enero de 1905 en Granville, Francia, en el seno de una familia de la burguesía francesa, dedicada al negocio de químicos. Sus padres Maurice y Madeleine eran dueños de una empresa de fertilizantes exitosa pero al empezar la Gran Depresión después de la guerra, el negocio quebró y su familia sufrió de grandes problemas económicos.

Luego de trabajar con sus pinturas para apoyar la economía familiar, Dior se convirtió en dibujante de modas para marcas como Agnès y Schiaparelli, de donde pasó a trabajar como diseñador de modelos en la casa Piguet. Durante su juventud, fue educado como diplomático en la École des Sciences Politiques de París. Pero su verdadera vocación, sin dudas, era el diseño.

Después de que el negocio de fertilizantes de su padre fracasó, en 1931, su madre murió de cáncer. Christian con 26 años heredó de su madre una empresa que también fue declarada en bancarrota; su situación económica era terrible. Luego de estos golpes, el joven Dior se vio obligado a vivir de la ayuda de sus amigos. Por aquél entonces Christian trabajaba en una galería de arte pero contrajo tuberculosis y tuvo que abandonar su empleo.

Todo era un signo o una señal, al menos esa era la premisa de vida para Christian Dior, la misma que quiso creer en su fabuloso destino y, literalmente, en su buena estrella. Como aquella tarde del 18 de abril de 1946 cuando tenía 41 años y trabajaba para Lucien Lelong, un reconocido modisto de la época. Al día siguiente tenía una cita con Marcel Boussac, el industrial más famoso de la posguerra, conocido como el “Rey del algodón”, quien quería proponerle a Dior que asumiera la dirección artística de una casa de moda: Philippe et Gaston. Christian tenía dudas, lo único que sabía es que se trataba de una decisión importante ya que en tres ocasiones el azar le había señalado este destino.

Christian Dior se agachó y recogió el objeto que habría podido hacerlo caer: era una estrella, la misma que -según el propio Dior- lo impulsó al cielo de la Alta Costura y el lujo. El diseñador más tarde describió a ese objeto como “su lucero del alba que le indicó el camino a seguir”. En ese momento entendió que ya no podía esquivar lo que estaba escrito, se lo mandaba su estrella: su respuesta a Boussac sería un “sí”.

Animado por la confianza de que su estrella no lo engañaba, Christian Dior le anunció al “Rey del algodón” que no dirigiría la casa Philippe at Gaston sino que estaba preparado para abrir una casa a su nombre, “donde todo sería nuevo desde el gusto y el personal hasta el mobiliario y el local”. Así nació la casa Dior.

“El azar siempre acude en ayuda de las personas que tienen grandes deseos de hacer algo”, escribió en sus memorias Christian Dior, quien heredó de su abuela materna ese gusto tan pronunciado por las artes adivinatorias, las tiradoras de cartas, las señales del destino y las premoniciones.

Las videntes lo acompañaron durante toda su vida, dándole consuelo a su corazón herido, permitiéndole seguir albergando esperanzas y viviendo o simplemente ayudándole a tomar decisiones cruciales para su carrera.

Delahaye predijo sin descanso el regreso de la deportación de su adorada hermana Catherine. La visión de la mujer se impuso a la de los resignados, a los pesimistas y a la suerte trágica de millones de hombres y mujeres. Su hermana menor, joven miembro de la resistencia, fue efectivamente liberada del campo de Ravensbrück al concluir la Segunda Guerra.

Lo cierto es que, desde muy temprana edad, Christian Dior se sintió atraído por las artes ocultas y por las tiradoras de cartas. Su tarotista de confianza, madame Delahaye, fue quien lo empujó definitivamente a establecerse en solitario después de trabajar en la maison Lelong. “‘¡Acepte!’ -me ordenó ella-, ‘¡Acepte! Tiene que crear la Casa Christian Dior. Con independencia de cuáles sean las condiciones iniciales, ¡nada de lo que puedan ofrecerle más tarde es comparable a la oportunidad que se le presenta hoy!’”, cuenta el mismo Dior en sus memorias. “Ante una afirmación tan categórica, me incliné o, mejor dicho, me resigné”. Aconsejado por su adivinadora y buena amiga, Dior pidió una segunda opinión a La Abuela, otra profetisa. “¡Será extraordinario! ¡Esta casa revolucionará la moda!”, fue su veredicto. Al diseñador le resultó imposible, esta vez sí, desoír las señales. Y montó su casa de modas en el número 30 de la Avenue Montaigne.

Su primera colección se presentó el 12 de febrero del año 1947: revolucionó para siempre la silueta femenina. En ella, los símbolos supersticiosos no se hicieron esperar. Escondidos entre el dobladillo de todas las modelos de su presentación, había una flor disecada de muguet -la misma que tenía siempre a su lado- su flor de la buena suerte. De igual manera, el creativo de moda llevaba a todos lados una hoja de trébol de cuatro hojas, un pedazo de madera y una pieza de oro, todos estos como parte de sus creencias místicas.

La cartomancia también se volvió clave a la hora de concebir el diseño para Christian Dior, cuyos bocetos de la década de los años cincuenta permanecen al paso del tiempo con nombres como: fetiche o trébol de cuatro hojas. Las estrellas también surgirían como estampado, de manera sutil pero inequívoca, en relación a su amuleto de la suerte.

Christian Dior murió a la corta edad de 52 años, tras un repentino ataque al corazón durante unas vacaciones en Montecatini Terme, en la tarde del 24 de octubre de 1957, mientras jugaba a las cartas.

Creyentes o no en el mundo de la superstición, el destino idílico que le aguardaba a Christian Dior alado de mujeres, fue y sigue siendo, indudable a más de sesenta años de su partida. Las mujeres, los viajes, la fortuna… con el tiempo todo se dió, desde la primera hasta la última de las predicciones que marcaron su vida se fueron cumpliendo, incluso la profecía de su muerte.

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