El José y la María como hace más de veinte siglos, siguen deambulando sin encontrar donde dar a luz al Niño, son otras las incomprensiones, pero es un mismo mundo de tinieblas, hoy por una sociedad de consumo que se cree omnipotente y que su mayor logro es la tristeza de muchos, por el no pertenecer. Animémonos a albergarlo en nuestro corazón, y seguro brillará sobre él la misma estrella que resplandecíó en Belén y entonces sí podremos ser constructores de una sociedad en dónde el SER FELIZ sea fácil alcanzar, la de los rostros sonrientes, que sólo la fe puede brindar. Hermosa Nochebuena y una maravillosa Navidad. El Almirante de Tempestades
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