27 de enero de 2023
De paseo en el transbordador Nicolás Avellaneda, uno de los ocho que hay en el mundo

Los viernes y sábados de 10 a 16 se puede utilizar la antigua plataforma que cruza hasta 25 pasajeros -gratis- desde La Boca a la isla y fue declarada patrimonio cultural del país. También, hay un recorrido guiado por los mismos vecinos.
Desde enero, la plataforma que data de 1914 y se desplaza entre ambas orillas es operada por el personal de Vialidad Nacional para delicia de los turistas, que, en grupos de hasta 25, realizan el cruce mientras una guía cuenta la historia del puente transbordador que busca ser Patrimonio de la Humanidad y es uno de los ocho que quedan en el mundo en su tipo, y el único de América Latina.
un ícono patrimonial de la Argentina.
En esta etapa del saneamiento Acumar ha cumplido con acciones que permiten propiciar la revinculación de las personas con sus entornos naturales", analiza María José Parra, directora de Fortalecimiento Comunitario y Promoción del Desarrollo de Acumar.Camila Solari es la guía que acompañó a Télam y a un grupo heterogéneo de turistas entre los que hay familias con niños, extranjeros que apenas hablan español y vecinos de Barracas que encontraron un gran programa para su sábado a la tarde.
“El puente transbordador que permite cruzar de una a otra orilla del Riachuelo es de 1914. Se trajo desarmado desde Inglaterra y se reconstruyó aquí para facilitar el traslado. Había otros a lo largo del río pero sólo éste sobrevivió”, recuerda frente a la mole de hierro gris nube que servía para cruzar el Riachuelo y constituía una alternativa más rápida a los tradicionales botes que hacían el trayecto incansablemente.
Luego señala al puente naranja que está a unos cuantos metros: “En la década del 40 se hizo el otro puente que tiene el mismo nombre, Nicolás Avellaneda, y es de hormigón. En la década del 60 el transbordador dejó de usarse e iba a ser vendido como chatarra hasta que en los 90 los vecinos se organizaron y lograron que fuese declarado patrimonio cultural y que se preservase”.
El cruce entre una y otra orilla lleva apenas unos minutos sobre la barquilla que se desplaza operada desde un puesto de control en las alturas del puente. Durante el recorrido pueden verse las postales de los conventillos pintorescos de La Boca, más allá, las fábricas del Dock Sud y hasta habitantes de la fauna nativa.
“Por allá hay garzas, y acá veo peces que parecen ser carpas”, se asombra uno de los paseantes, que llegó desde Tigre con sus hijos y señala también las mangas con las que la Autoridad de Cuenca contiene los residuos que trae el agua y que luego recogen con grúas o catamaranes equipados con grandes palas.
Alguien recuerda que el transbordador se usó en algunos capítulos de la emblemática serie "Okupas", de Bruno Stagnaro, y la guía apunta que también se filmó en la Isla Maciel. Luego indica que el paseo puede concluir en la orilla opuesta o extenderse por la isla, donde los integrantes del tour pueden sumarse al recorrido que organiza la Municipalidad de Avellaneda con la colaboración de algunos vecinos.
A su lado, Horacio Eusebi precisa que en ese territorio que lleva el nombre de Cosme Maciel, un político santafesino "exiliado" que tenía un astillero en la zona, viven 7 mil personas, según el último censo.
“En 1895, eran apenas 160, una de ellas era mi bisabuelo”, se enorgullece el vecino, que pronto se transforma en anfitrión en la Casa Museo del Carpintero de la Ribera “Acá trabajaba mi papá, Pocho, que era el que reparaba los botes. Sabía elegir el tipo de madera para cada reparación y la moldeaba con agua caliente y sus herramientas. Hacía milagros, por eso algunos de los botes tenían la leyenda “Gracias, Pocho” en el cartel donde llevaban la matrícula”.
Con la guía de Maximiliano, Horacio y Andrés Soto, otro vecino del barrio, los visitantes realizan un recorrido rápido por la isla. Pueden ver los conventillos pintados de colores vivos como los de La Boca, la unidad sanitaria, el jardín de infantes, la capilla Nuestra Señora de Fátima donde trabajó por la gente el padre Paco de Oliveira y la Fundación por la Isla Maciel. Uno de los conventillos exhibe con orgullo un cartel que dice 1910: “Ahí había un garito y la gente se juntaba a jugar a las cartas y a otras cosas”, secretea uno de los vecinos.
Frente a la plaza José Hernández una serie de murales recuerdan el peso que la isla tuvo en la difusión de la cumbia santafesina. “Hubo un conductor de radio de Maciel que invitaba a los cantantes y pasaba música cuando no era conocida. Por eso muchas veces pasan a tocar en la isla”, apunta Soto. Los murales son fruto del proyecto “Pintó la isla” que motorizó la escuela 24 y convocó a visitantes de todas partes, y de todo el mundo, a llegar a la zona para colorear las paredes.
El regreso a La Boca puede ser en el transbordador o utilizando la plataforma peatonal del nuevo Puente Nicolás Avellaneda, inaugurada por la entonces presidenta Cristina Kirchner en 2015, que cuenta con ascensores, escaleras mecánicas y cámaras de seguridad y facilita el cruce de los macielenses que estudian o trabajan en la Ciudad de Buenos Aires. Durante la semana la opción más pintoresca son los botes que realizan el trayecto en dos turnos: a la mañana y a la noche.
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