A 211 años, nuestra bandera
Como un hecho histórico, el pabellón nacional se mezclaba con los colores del cielo por primera vez. (Por Gustavo Dri)
Atardecer de un tórrido día, de un febrero que gastaba sus últimas horas antes de ser marzo, el marco imponente de un frente verde esperanza del monte cerrado, que se abría para dar paso a ése río leonino, que tanta letra dió a los poetas para enaltecerlo, y sobre la barranca desde un esbelto corcel, el Hombre de leyes, que sin desearlo la incipiente Patria lo había convertido en general. Como una de sus tantas brillantes iniciativas, sabía que ésa Tierra naciente necesitaba de un símbolo para estimular a sus bravos soldados a consolidarla, y entre la salva de cañones de las baterías Libertad e Independencia, el sí juro fue la más esperanzadora sinfonía que el momento histórico requería. Y en un mástil improvisado se confundió con el cielo al izarla. No sé sí se inspiró en los colores del firmamento, en los Borbones o en el manto de la Inmaculada, sí sé que bajo sus pliegues vine al mundo, nacieron mis hijos y mis nietos, y que un día juré defenderla hasta morir, y cada día estoy más orgulloso de sentirme por Ella cobijado. El Almirante de Tempestades, a doscientos once años de haber sido izado por primera vez a la vera del Majestuosa Paraná, nuestro pabellón nacional
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